Fácilmente podría subrayar la descripción de originalidad, nturalidad, impulsividad, y hacerla tuya, reafirmar también el valor absoluto que se desprende de su comprensión como tal, y dejaría pendiente la consecuencia en mí como catalizador de la apreciación y como mesmerizado por el desentendimiento de sus consecuencias. No solo es la divergencia teórico realista que el transcurrir incrementa y matiza, no solo es la patidifusión de saberse atrapado y reducido a unas cuantas líneas lógicas que darían cuenta de la inmensidad que encierro, sino que existe una genuina falta de convicción que no niega el análisis pero que lo ajusta a una situación de aprehensión que sí lo niega activamente. Si bien el objeto observado no cambia sustancialmente (si aceptamos que su descripción lo define), la situación e intención de el observador, y la acción consciente de observa que emana de él, se transforman por el número y la conciencia. No hay incomodidad en la fascinación, no hay extrañeza por lo desconocido y el conocimiento surge de la pre idealización y la construcción de un modelo progresivo; la aceptación no aparece por la familiaridad sino por la identificación con lo ideal y la ganancia polar de lo que se adolece. La observación tiene la posibilidad de hacerse activa cuando no prefiere ser contemplativa, e incluso se desarrolla y se siente interactiva e todavía más allá, propietaria (cuanto más se identifica el objeto con el ideal, más se introyecta).
Está, entonces, la naturalidad, la impulsividad, la inocencia (matizada por ser relativamente compartida), despojadas de su infantilismo, y está la contemplación entregada y metafísica que halla valores más allá de la relación y actúa lejos de el estereotipo, creando un ideal a el mismo tiempo que interactúa físicamente. Y en el final, "stay young (and invincible)", "asienta sin cambiar".
La obra restringida a su momento pero luego válida en las ideas generales y particulares; no llega a lo teórico, su sencillez llega ser óbice para pedir profundidad.